
Gente, gente, gente. En todas las calles, en todas las esquinas, en todas las veredas. ¿Hace calor? ¿Hace frío? ¿De qué conversaremos los desconocidos si no sabemos esto? Por una noche, volvemos a los 17 después de vivir un siglo. La torre inteligente no entiende nada de este racconto. Sólo nuestra cabeza pudo mezclar Violeta Parra con Snoop Doggy Dogg, sólo nuestro cuerpo pudo vestirse de punk para ir a una peña. Mercedes Sosa canta Himno de mi Corazón y se lleva a Miguel Abuelo, como a una hostia, sobre la palma de su lengua. La Alameda, La Candela, La Casa de Salta, Estación 27. No hay sillas que puedan resistir vacías. Después de la alegre zamba, unas cuantas mozas bizarras se encolumnarán en la caravana de empanadas y vino. Y nos quedará una sensación de saciedad que resulta altamente saludable frente a la insatisfacción reinante.
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