16 noviembre 2005

Bola de espejos en el confesionario


Confessions On A Dance Floor/Madonna
Recuerdo cuando pegamos un fotograma en la puerta del ropero pensando que era Madonna. Y era Rosanna Arquette, la que fue después mi actriz favorita. No sabíamos nada de la vida. Lo mejor es que 20 años después sabemos menos todavía. Ahora creemos que conocemos a Madonna. Se cae del caballo por nosotros. Tiene hijos por nosotros. Y después llama al francés Stuart Price de Les Rythmes Digitales para facturar un disco narcotizante. Hay que escucharlo sin prisa ni pausa. Como a los de Björk. Hay que verla así de photoshopeada en una tanguita roja. Hay que entender lo que dice cuando dice "You're not half the man you think you are". En Live 8 llamó a hacer la revolución. Yo la prefiero en la cama por la paz.

5 comentarios:

ce dijo...

Si la Kabbalah me garantizara que voy a tener mis carnes así de firmes, como la Esther...

Anónimo dijo...

hola juanca... que buena onda eso de un fanzine.. me gusta la idea.. donde lo consigo??
muy buenos los articulos
suerte


http://www.horibot.com.ar/

Anónimo dijo...

Yo prefiero a Patricia Arquette. David Lynch también.
Sin-Tía

Anónimo dijo...

Me gustó el comentario del disco de Madonna... ojalá el disco me hubiera gustado igual. Desilusión y cero arranque. Más que influencias de Abba, como decían, las tiene de Abbas Kiarostami: un plomazo irreductible.

Anónimo dijo...

El comentario del disco de Madonna es bueno.. ojalá el disco también lo hubiese sido. Más que influencias de Abba, como decían, las tiene de Abbas Kiarostami: un plomazo inmortal.
Saludos, Who Anne K

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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