23 marzo 2006

Imprentado

Un señuelo para Sandes/Alejandro González Foerster

Nadie que lea este libro podrá ya caminar por la costa de la Cañada parsimoniosamente. Mirará de reojo los tableros de ajedrez, medirá las ochavas, recorrerá con la vista cada bloque del muro. Se apeará de los taxis sólo para sentarse a ver pasar los autos. No digo que a partir de ahora seré pródigo en limosnas. Tampoco entraré a misa ni hablaré con sacerdotes, porque no me cabe. Pero la próxima vez que Alejandro González Foerster venga a visitarme, sabré lo que se trae entre manos. Y estaré predispuesto a que me imprente. Después de todo, ¿qué es la eternidad sino convertirse en un personaje literario?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

como preTexto Potencial, te digo que no es Puro cuento...

con alejandro foerster pasa que un suceso que se confunde con la realidad cotidiana sin perder por ello su naturaleza singular.

con mi amigo larry pasa lo mismo.
está detrás de esa puerta o desapareció cuando contesté el portero?

SinTía

Anónimo dijo...

eyyy, con la iglesia noooo. que vengo hablándole muy bien a la curia de juan carlos!!! es para ver si lo dejan ingresar en el convento de las carmelitas descalzas, que hace tiempo no ven a un hombre sin visos de lujuria.
saludos desde cura brochero.

el reverendo alegría

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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