08 mayo 2006

Chez Antoine

Patagonia, corral de estrellas.../DocumentA
El Principito fue el Principito hasta 1982. En abril de ese año, la historia que nos había impreso en la imaginación la maestra de sexto grado estalló como un casco. Saint Exupery peleó y murió en la guerra de Aliados contra Nazis. Y su Principito cayó en la batalla de Gurkas contra correntinos. El Principito del relato pasó a ser el príncipe Andrés. Y como Antoine de Saint Exupery no estaba vivo, nunca se sabrá si hubiera vuelto a las tierras de los patagones en su Laté 25. Ni de qué lado hubiese estado. Sólo permanece el viento, el mismo viento patagónico sobre el que planeó el escritor, el que enterró a los pichiciegos, el viento que me llenó de arena los ojos en Playa Dorada, pero que no fue capaz de volarle la pluma en sus andanzas al cacique Patoruzú.

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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