25 octubre 2006

Lealtad

Me lo dijo Nacha detrás de una Heineken en el X Bar. La amistad es una de las pocas cosas que van quedando en pie. Y con los amigos hay que ser leales. Por eso, la madrugada de un jueves me encontró en Terrazas de Cofico, con un vaso de Smirnoff & Speed en la mano, en un cumpleaños. Por las escaleras, subía la música de Ian Brown. La más maravillosa. Sin embargo, después del segundo brindis, la realidad ya no fue la única verdad. Nadie pudo desensillar hasta que aclare. Nada se desarrolló en su justa medida ni armoniosamente. No hubo niños a quienes privilegiar. Ni patria que declarar justa, libre y soberana. Lo primero, en este caso, fue el movimiento. Y una necesidad de exhumar todos y cada uno de los recuerdos, de hacerles un ADN y encontrar que estamos ahí; presentes, en general, prófugos de toda tiranía. Imberbes, pero con la camiseta puesta. Y la rabia que no cesa.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

que bien la pasamos ese noche y coincido con todo lo escrito,
tal cual
no podia ser menos vieniendo de esa pluma exelsa...

abrazo y aguante la lealtad y la amistad carajo!!

Anónimo dijo...

coincido con lo dicho por juan carlos,
y la noche estuvo espectacular y celebramos la amistad y por supuesto la lealtad...
no podia ser menos tratandose del cumpleaños de esa gran persona..

saludos y siga escribiendo mi querido juan carlos..
se lo extrañaba por el barrio...

Anónimo dijo...

VIVA PERON!

bueno el texto, sin saber de quien es el cumpleaños, ni conocer a los personajes, sin siquiera discernir si es un mensaje gorilón o compañero, deseando que sea lo último.
abrazo peronista

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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