26 febrero 2007

Más nada que decir

¿De qué vale que les cuente sobre el show de Tomates Asesinos en mi fiesta? Si no fueron, me será imposible hacerles entender con palabras lo que fue eso. Si fueron, no tengo más nada que decir. Mientras saltaban los tapones en la pista pop del Ojo, en la electro descollaban los Frikstailers. Y después vino Fede Flores a poner las cosas en desorden. Conchita y los Charlatans se esmeraron en promover la diversión. Y sobre la pantalla se agigantaba el ejemplo señero de Tony WIlson en "24 Hour Party People". Codo a codo, la gente soñó que había empezado la cosecha de días felices. Pero ya se sabe como es esto. La fábula del que acumula comida para cuando falte el sustento. La distribución poco ecuánime que hace abundar y escasear al mismo tiempo. La paranoia de pensar lo rápido que pasará este momento. Y que la única manera de escaparle a las vacas flacas es el engorde. Engordar, engordar, engordar de buenos sentimientos.

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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