20 febrero 2007

Excedente

"¿Las modelos?", pregunta a las siete de la tarde una chica de jeans encantadores. Sobre la plataforma de madera, en una península del lago, velamos el desfile ya concluso con una catarata de champán. Hasta que Zeta Bosio se levanta y pulsa el timón de las bandejas. Hasta que Martín Huergo pasa y nos inscribe en la lista de Zebra. Hasta que a las nueve de la noche saludamos con una reverencia al bajista calvo que ha pinchado Faithless en el Parador Las Rosas. Y nos vamos a la Capital Nacional. En Cosquín nos espera, de pie, un locro. Antes de que termine el festival, se hará oír Mercedes Sosa. Y todos unidos triunfaremos. Hasta que viajemos a Zebra en un suspiro. Hasta que suspiremos por las beldades que lucen contentas. Hasta que nos contentemos con vivir como se pueda. Si cada paso es una exageración, ¿qué haremos al amanecer con todo este excedente?

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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