19 marzo 2007

Lo nuevo es lo más, viejo

Cuando entraba al Orfeo para ver a Gustavo Cerati, no podía saber que por la madrugada, los agentes municipales impedirían que toque Sergio Pángaro en el comienzo del ciclo Mis Amores. Cuando por la columna de sonido reproducían Talk Talk, The Cars, The Rapture y el "Ashes To Ashes" de Bowie, no tenía más expectativas que las de ver qué hay de nuevo, viejo. Después, recién después, sabría lo que es bueno. Aprendería que la primera impresión a veces puede sólamente impresionarnos. Y que la segunda impresión, en tal caso, es la que nos queda impresa. Y al tañir de "Crimen" saldría disparado hacia el puente. Esquivaría el Dino por su exceso de obviedades y me explayaría sobre la superficie de estacionamiento. Entonces, recién entonces, sabría lo que es malo. Comprendería que en el supermercado de los sueños, el precio del ayer ha sufrido el rigor de la remarca.

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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