28 marzo 2007
Que otra vez será
Antes que Rusty James y The Motorcycle Boy, fue Leonardo Favio el que utilizó al verano como una unidad para medir el tiempo. ¿Cuántos veranos dura una vida, una amistad, un amor? Es lo que nos inculcaron de chicos, cuando esperábamos que terminen las clases para subirnos a nuestras bicicletas voladoras. Es lo que aprendimos de grandes, cuando las vacaciones empezaron a configurar el único incentivo para continuar trabajando. Y ahora que Pablo Dacal está cantando canciones de Favio en el Ojo, me doy cuenta de que ya es otoño. De que el verano apenas si se permitió abrasarme, de que esa brasa se encendió y me sigue acalorando, de que ese calor es energía que busca transformarse porque perderse no puede. Mientras pienso esto, no sospecho que en los próximos días lloverán muchos milímetros. Los suficientes para que el verano se ahogue en su afán de medir lo que no tiene límites. Y para peor, tardarán casi un año en reflotarlo.
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