28 marzo 2007

Que otra vez será

Antes que Rusty James y The Motorcycle Boy, fue Leonardo Favio el que utilizó al verano como una unidad para medir el tiempo. ¿Cuántos veranos dura una vida, una amistad, un amor? Es lo que nos inculcaron de chicos, cuando esperábamos que terminen las clases para subirnos a nuestras bicicletas voladoras. Es lo que aprendimos de grandes, cuando las vacaciones empezaron a configurar el único incentivo para continuar trabajando. Y ahora que Pablo Dacal está cantando canciones de Favio en el Ojo, me doy cuenta de que ya es otoño. De que el verano apenas si se permitió abrasarme, de que esa brasa se encendió y me sigue acalorando, de que ese calor es energía que busca transformarse porque perderse no puede. Mientras pienso esto, no sospecho que en los próximos días lloverán muchos milímetros. Los suficientes para que el verano se ahogue en su afán de medir lo que no tiene límites. Y para peor, tardarán casi un año en reflotarlo.

No hay comentarios.:

¿Chat?

Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

EL FANZINE