30 mayo 2007

Una vida no basta

Uf, cuánta coquetería en sus pequeños dedos sobre la lata de Budweiser. Tan fría la lata como sus manos bajo la carpa del Electrorock en Club F. Tan frío Club F como el comienzo del show de Adicta, dentro de un vestuario que troca boas por bufandas. "¿Debo yo siempre resignar?", pregunta Toto echando humito mientras canta. Paseamos por el resto de la disco como si estuviéramos en el Super Park. Muy pronto voy a comparar el sabor de estas cervezas con el de aquellas sobredosis de tutuca en el Gusano Loco. Cuando lleguemos a Peeka tomaremos nuevas sendas. Yo me quedaré en el Vip atento a May y Lexdínamo. Veré pasar los cuerpos como si girasen en la vuelta al mundo. Comprenderé que no basta con una noche, un trago, una vida, para que las penas terminen de ahogarse. Y ya en plena resignación, me entregaré a la fiesta sin reservas. Por la mañana, un camión de residuos pasará por la puerta de Club F y compactará las latas. Qué grande ha sido nuestra sed y, sin embargo, ay, mirá lo que quedó.

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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