24 julio 2007

Diente libre

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¿Delfines en la Cañada? Recién vamos por la segunda cerveza en el X Bar y los sentidos ya engañan a nuestra mente. Estamos en el horno, servidos en bandeja para nos corten en trozos y nos metan en el buche. Así llegamos a Peekaboo, donde hace apenas una semana Lexdínamo y el Sr. Replicante nos zarandearon como en un colador de papas. Hoy es el día del amigo y en la sala menor de la disco nos encontramos con gente de lo más amigable, mientras Simbad regula el baile. Pero la noche despliega su menú y elijo trasladarme al siguiente plato. Más amigos me acompañan cuando pecho en la puerta del Ojo y logro entrar. Es muy tarde. Me devora la diversión hasta convertirme en un flan. En esa instancia, soy pan comido para el caco que se lleva mi teléfono celular. Eructo final. Mi fono es la propina que se gana un mozo ladri. Mis restos son sepultados sobre un colchón por vaya a saber qué piadosas manos. En Era, mis amigos siguen festejando.

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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