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No sé cómo fue que aparecí bailando en el medio de una pista a las siete de la mañana. Procurar la reconstrucción de los hechos sería una empresa que sólo podría conducir al mismo lugar, en idéntico horario. No es necesario explicar que en el trayecto visité la fiesta con la que un amigo despedía a su casa. Que allí presencié la performance de un dúo dispuesto a cascar nueces bajo los pies danzantes. Que allí me resistí al influjo de lo irresistible. Que allí entregué mi corazón a cambio de una palabra que lo dijera todo sin decir nada. No es necesario relatar que eyecté hacia el show de Nerdkids con prisa pero con pausa. Que allí me divertí sanamente y sin familia. Que allí entendí lo que es la desfachatez bien entendida. No es necesario porque ya son las siete. Y las chicas que han repartido gentilmente mi fanzine están cansadas. Es hora de regresar. No sea cosa que con el sol lleguen los osos polares que andan por ahí, en busca de las nuevas olas que se están pronosticando.
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