Leo García/Rinza Club
Escaleras de parquet y aquel ruido de tacos que ratoneaba a Castelo. Desde el VIP del primer piso, el fondo vidriado de una fontana permite ver lo que pasa en la planta baja. Allá se baila merenteto. Acá, Leo se ha quedado solo en el banquito. Canta lo justo y necesario. No sé si llega a disfrutarlo. Just Let Go. Dos chicas me suben a un auto para llegar hasta Babylon, donde un set exorbitante nos está esperando. Cuando encaro rumbo a la pista, no me confundo sino acierto al saludar a Horacio Sosa. Un Posdata comulgando en el altar de la electrónica. Es verdad, veinte años después Córdoba todavía va. Lo que pasa es que -como siempre- nosotros viajamos en la dirección contraria.
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