07 febrero 2006

Instinto lírico

"Misales"/Marosa Di Giorgio
Conocí a Marosa Di Giorgio por su obituario y gracias a las lecturas de Fernando Noy. Después, recién después, pude alcanzar su obra. Kundera la acusaría de que para pronunciar lo impronunciable, lo poetiza. La trataría de "poco libertina". No creo que eso le reste un gramo de grandeza. Al contrario. Resulta fácil referirse a las cosas por su nombre. Al proceso de cambiarles la denominación, cuestionarles lo esencial, separarlas de su carozo, se lo define como poesía. Hasta el Divino Marqués lleva a su Dolmancé al colmo del lirismo cuando, dirigiéndose a Eugenia, le hace decir: "abandonad todos vuestros sentidos al placer; que sea el único dios de vuestra existencia". En "Misales", el placer recorre más variantes que en el Kama Sutra. La sensualidad de esas doncellas conmueve hasta a un tatú, a un gato o a un árbol. Lo poético, al fin, pone al descubierto que también el libertinaje tiene límites. Fronteras que Marosa Di Giorgio atraviesa de un plumazo, para ingresar en una zona donde Sade, por ajustarse sólo a lo que marca el instinto, jamás se hubiera atrevido a trasegar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

nunca fue mi fuerte la lírica.
puede ser que no sea lo suficientemente inteligente para saber como sentirla... pero mejor asi!
Sin Tía!

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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