Las Manos de Filippi/Babylon
En esta noche Callejeros volverá a tocar en Córdoba. Yo pasaré por la puerta de Palm Beach mucho después, cuando ya no queden rastros del suceso. Unos metros más adelante, ingresaré en el 48 de Boulevar Las Heras, donde un raro enjambre me picará la curiosidad. Cuando Cabra se quede en cueros y Mosky le cante a la herramienta piquetera, el panal se hinchará de zumbidos, crepitar de alas, restregar de patas, antenas locas. Volarán muy alto las consignas en rojo y negro, anarcosindicales, libertarias. Y la miel así socializada endulzará la panza de todos los comensales, se esparcirá en cada rincón de la antipatria, permitirá a Patricio volver a ser el rey de los chabanes, devolverá la voz a los ya muertos. Y a la luz de una bengala, le pegaremos tantas patadas en el orto al Gran Hermano que nos vigila, como víctimas cayeron bajo la ráfaga de su inequidad. Después iremos en procesión hasta allá, frente a Palmira, al bolichón del Santy. A comernos el lomito y a tomarnos el porrón que nos sepan reparar de la batalla.
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