24 enero 2007
Incontenible
Nunca emergió un monstruo de las entrañas del Lago San Roque. De tan contaminadas, sus aguas asustarían hasta a los dragones subacuáticos. Y sin embargo, todos bebemos de ellas. Así estamos. Sobre la cubierta de un catamarán, de cara a las estrellas. Adentro de una botella, como Bonino. Miramos hacia la costa con un vaso de fernet en la mano y sólo encontramos la indiferencia de Villa Carlos Paz y sus suburbios. La música dispara su pirotecnia a través de las ventanas de la embarcación, mientras el hombre de la barra disemina tragos con falsa generosidad. Sabemos que a las cuatro alguien abrirá el botellón, destapará lo incontenible, nos bajará en el muelle del que Otis Redding tanto nos ha hablado. Mientras tanto, disfrutamos. Y soñamos el sueño con el que Shakespeare aconseja veranear. Total, la Noche de Reyes ya pasó sin dejar ningún saldo.
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