24 enero 2007

Incontenible

Nunca emergió un monstruo de las entrañas del Lago San Roque. De tan contaminadas, sus aguas asustarían hasta a los dragones subacuáticos. Y sin embargo, todos bebemos de ellas. Así estamos. Sobre la cubierta de un catamarán, de cara a las estrellas. Adentro de una botella, como Bonino. Miramos hacia la costa con un vaso de fernet en la mano y sólo encontramos la indiferencia de Villa Carlos Paz y sus suburbios. La música dispara su pirotecnia a través de las ventanas de la embarcación, mientras el hombre de la barra disemina tragos con falsa generosidad. Sabemos que a las cuatro alguien abrirá el botellón, destapará lo incontenible, nos bajará en el muelle del que Otis Redding tanto nos ha hablado. Mientras tanto, disfrutamos. Y soñamos el sueño con el que Shakespeare aconseja veranear. Total, la Noche de Reyes ya pasó sin dejar ningún saldo.

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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