30 enero 2007

La decadencia infinita

Nos encaminamos hacia Keops de manera burbujeante. Venimos de un festejo y vamos hacia otro. Carlos Paz vive a pleno su infinita decadencia. Nunca terminará de caer. Nunca se elevará. Una especie de glamour estoico, que se resiste a perderse entre la niebla de los choripanes. En la pirámide se baila "Bombón asesino" como antes fue el "Bum bum" de la Mona. Ya no tenemos retorno en nuestro viaje hacia las profundidades de la temporada teatral. Giordano nos regala unos Gancia antes de que comience el espectáculo, pero yo extraño los baldes del Pichi Costa. Ante nuestros ojos, el flaco Mattus hace desaparecer a Evangelina Carrozzo del carnaval entrerriano y la trae a Keops, como por arte de magia. Y ella baila, baila mientras sueña que el Moulin Rouge la ovaciona, que es Madonna en el clip de "Material Girl", que las luces de Broadway titilan su nombre, que Woody Allen ahora las prefiere morochas y que tiran a la hinchada a Scarlett Johannson. Hasta que la panza bamboleante del espectador que subió al escenario la despierta. Y Evangelina se da cuenta de que si llora, quizá recibirá el consuelo de la Tota Santillán. En ese momento, sonríe. Y la gente la aplaude a rabiar.
Foto: Charly.

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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