Nos encaminamos hacia Keops de manera burbujeante. Venimos de un festejo y vamos hacia otro. Carlos Paz vive a pleno su infinita decadencia. Nunca terminará de caer. Nunca se elevará. Una especie de glamour estoico, que se resiste a perderse entre la niebla de los choripanes. En la pirámide se baila "Bombón asesino" como antes fue el "Bum bum" de la Mona. Ya no tenemos retorno en nuestro viaje hacia las profundidades de la temporada teatral. Giordano nos regala unos Gancia antes de que comience el espectáculo, pero yo extraño los baldes del Pichi Costa. Ante nuestros ojos, el flaco Mattus hace desaparecer a Evangelina Carrozzo del carnaval entrerriano y la trae a Keops, como por arte de magia. Y ella baila, baila mientras sueña que el Moulin Rouge la ovaciona, que es Madonna en el clip de "Material Girl", que las luces de Broadway titilan su nombre, que Woody Allen ahora las prefiere morochas y que tiran a la hinchada a Scarlett Johannson. Hasta que la panza bamboleante del espectador que subió al escenario la despierta. Y Evangelina se da cuenta de que si llora, quizá recibirá el consuelo de la Tota Santillán. En ese momento, sonríe. Y la gente la aplaude a rabiar.
Foto: Charly.
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