19 febrero 2007

No valía nada

Pedazo de galpón por la cabeza de Satoshi Tomiie. Tan grande como Villa Retiro, el Polideportivo Carlos Paz se viste de seda. Para nada original el Vip allí encima de todas las cabezas. Como si una alfombra roja tapizara el camino de acceso, las luminarias entran y trepan hasta sentirse exclusivas. Del intendente local a Emilia Attias. El fenómeno japonés de la electrónica, ajeno a toda claque, pulsa teclas y sonríe para la foto. Mi amigo Walter Ruben dialoga con Georgina Bardach. Pequeñas botellitas burbujeantes se mezclan con speed en mi garganta. El cuadro es tan cinematográfico, que mientras los títulos barren la pantalla, un caco desliza su mano en mi bolsillo y se lleva la billetera que allí se alojaba. ¡Cuántas interpretaciones metafóricas se corresponden con esa imagen! Por la autopista, con la cupé a velocidad máxima, califico como mediocre al film de marras. Y me complace asociar este robo con aquella vez que me punguearon la ilusión, por su evidente simetría. La billetera sólo tenía 50 pesos. La ilusión, ahora que lo pienso, no valía nada.

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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