11 agosto 2007

Locomotion

Arriba, en el tele, Locomotora Oliveras le gana por puntos a una boxeadora brasileña. Abajo, sobre la mesa, los lomitos de pollo desaparecen por obra y gracia de la gula. Esto es Argüello, señores. Por aquí pasó Ciriaco Ortiz. Y también El Potro. Pero del boliche del Santy tenemos que viajar sin escalas hasta Unquillo, tenemos que llegar hasta Papaíto, tenemos que acodarnos en la barra del Langosta. Porque el Langosta, como el Santy, es un gran anfitrión. Y porque en Papaíto habrá una fiesta feroz. May encenderá la llama. Tocará Lexdínamo mientras Fernando Caballero bate el parche. Asumirá Cristóbal Paz los comandos que hay que accionar para que la gente baile. Y nos quedaremos a vivir allí, al calor de los tragos, a la espera de que el Tren de las Sierras recupere el chucuchucu. Hasta que el jurado falle y sepamos quién gana en este combate. Si el peso mosca de nuestras hidalguías. O el peso pesado de que la desazón nos acobarde.

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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