04 diciembre 2007

Irremediable



Muchas veces me ha tocado viajar en ambulancias. Pero nunca lo había hecho acostado en la camilla. El mundo desde la camilla de una ambulancia resulta menos doloroso. Tal vez porque cuando el dolor viene de adentro, lo de afuera (los rayos de sol que entran por la ventanilla de atrás, la trompa ñata del N1 que frena encima, las ramas de los árboles) se nos aparece como placentero, como muestra de que la vida continúa aunque uno esté ahí dentro. El enfermero me aplica un analgésico que, según me explica, tiene al opio como su principal componente. Me anticipa que puedo llegar a sentir náuseas. Pero no experimentaré ninguna rara sensación, ni siquiera habrá que soportar mareos. No conoceré the other side. Cuando me bajen, me acordaré del gusano loco, del tren fantasma, de todos esos viajes en los que alguna vez uno se puso en manos del destino y confió en su brújula. Ya le hemos vendido el alma al diablo. Ahora la medicina viene por nuestro cuerpo.

1 comentario:

Cloe dijo...

me ha dejado muerta con este post, juanK
¿cómo está ahora?

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Lejos de la cercanía

Lejos de la cercanía
“Cuando vivís es extraño todo lo que sucede”, dice el amigo Martín Toledo en su novela “Proximidad”. Martín, el que cayó aquella noche de 2004 desde el escenario de Casa Babylon. El que regresó a la superficie con los puños llenos de literatura. Llanto de Mudo fue la editorial que recogió esa furia y la convirtió en un libro. Más de 160 páginas en las que se cronica un fracaso tras otro. Porque, ya lo señala el propio autor, “cuando se quiere ser feliz comienzan las equivocaciones”. Y allá vamos entonces, cayéndonos y levantándonos, durmiéndonos y despertándonos. Cada vez más lejos y cada vez más cerca de la felicidad.

EL FANZINE

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