Una fiesta es fuego: se enciende, quema, arde, se eleva, se apaga. Y por la mañana sólo quedan las cenizas de quienes estaban en llamas durante la madrugada. DJ Gusti Ortegovsky parecía un Kraftwerk cuando a la medianoche arrancó el desmadre en Ochentoso. Con mis Charlatans reverdecidos como un colchón de arvejas, la gente se entregó al buen humor generalizado y asistimos a la germinación del festejo. Después... después la culpa fue de la dance session encabezada por Lexdínamo y Fer Caballero. Nuevos mundos musicales resultaron descubiertos, colonizados y libertos en contados minutos. Machete en mano, los adelantados abrían las picadas y nos invitaban a trascender por ellas. Turbas de amigos rondaban entre las mesas, animados por la fórmula mágica de chicas + cerveza. Notables y conspicuos asaltaron la pista sin darle tregua a los pinchadiscos. Y lo que en un comienzo aparentaba ser una chispa se convirtió en un incendio. Lanzallamas voluntarios nunca faltan cuando los bomberos brillan por su ausencia.
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