Hubo una vez un mundo sin Dylan. Hasta que se lo oyó rasgar la guitarra por primera vez en un pesebre del Greenwich Village. Si se hubiese dedicado a cantar los premios de la lotería y no las canciones, el siglo veinte no hubiera sido cambalache, ni problemático, ni febril. Los Beatles no hubiesen avanzado un paso más allá de "She Loves You". Y la guerra nos sería indiferente. A la vuelta del camino, en un 13 de marzo de 2008, Dylan se nos revela en el Orfeo con su apariencia humana. Lo vemos los contemporáneos y los extemporáneos, todos al unísono. Pero Dylan se apresura a decirnos que no es él a quien estamos buscando. Claro que no. Yo voy en procura del que golpeó las puertas del cielo para que entre Billy The Kid. Y Alvin busca al que grabó Like A Rolling Stone, lo envasó en un disco y lo cantó bajo la púa de un Wincofón. Sin embargo, Dylan sabe que, en realidad, no fuimos al Orfeo para encontrarlo a él. Que cada uno fue para hacer el back up de su propia vida, en un mundo que sin Dylan jamás hubiese sido el nuestro.
2 comentarios:
Juan Carlos:
Un placer que el azar me otorga al borde del recorrido por la pasión del blog.
Muy agradable el paseo
Daniel O. Requelme
Córdoba – Argentina
www.danielrequelme.com.ar
dylan kifki?
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