No sé qué se puede esperar de un back to back entre Martin Scorsese y Mick Jagger, pero igual entro al cine. Es la función de las nueve de la noche y la sala está casi vacía. La película "Shine A Light" apenas si soportará una semana en cartel en Córdoba. Así y todo, llegará mucho más lejos que "The Last Waltz", a la que hubo que ver en el cineclub del Instituto Peña, y que "No Direction Home", sólo accesible en DVD. Me molesta demasiado que Bill Clinton sea el anfitrión del show en el Beacon Theatre, sobre cuya realización trata este documental. Mucho menos me adapto a las chicas de la alta sociedad que baten palmas al borde del escenario. Me enerva que el rocanrol se haya convertido en esto. Resulta que ahora estamos a merced de una pléyade de ancianos que, de tan viejos, superan en edad a nuestros gobernantes. Y sólo las very important persons pueden ligar alguna de las púas que arroja Keith Richards, o la baqueta que lanza Charlie Watts. En esto pienso cuando Ron Wood posa los dedos sobre ese instrumento country que tan bien encaja con la melancolía. Cuando Mick Jagger recomienda "Find a girl with far away eyes" y Martin Scorsese registra la escena para la eternidad. Recién en ese momento me relajo. Y salgo a buscarla.
1 comentario:
las majestades son por lo menos el 50 por ciento mäs viejos que el presidente del pais en el que vivo... y entonces, lo que sucede, JuanK, es que los gobernantes cuentan anecdotas de infancia y adolescencia como fans de los viejos rockeros que siguen ahi, on stage... (escribo sin acento desde berlino, donde me encuentro,y... a propos, estoy right now en uno de esos bares que ha remixado la epoca oKupa y resistente para volverla glamour post-industrial pa turistas rastas... donde quedara algun rasgo de legitimidad? agghhhhh)
Publicar un comentario